Hablar de Diego Maradona es hablar de uno de los jugadores más influyentes y complejos en la historia del fútbol. Amado y odiado a partes iguales, Maradona no solo fue un genio dentro de la cancha, sino también una figura que trascendió el deporte y marcó un antes y un después en la cultura popular.
El inicio de una leyenda
Nacido en Villa Fiorito, uno de los barrios más humildes de Buenos Aires, Diego empezó a jugar al fútbol en las calles de tierra. Desde el primer momento, quedó claro que no era un niño como los demás. Su talento, su velocidad y su capacidad para hacer cosas imposibles con la pelota lo convirtieron en una promesa desde temprana edad. Para los 16 años ya debutaba en la Primera División con Argentinos Juniors, y el resto, como dicen, es historia.
La mano de Dios y el Gol del Siglo
Si hay un partido que define la carrera de Maradona, es el de los cuartos de final del Mundial de 1986, cuando Argentina se enfrentó a Inglaterra. En ese juego, Diego anotó dos de los goles más recordados de la historia del fútbol, en menos de cinco minutos. El primero, conocido como «La Mano de Dios», fue una jugada llena de picardía, donde Maradona empujó el balón con su mano y el árbitro no se dio cuenta. Era una trampa evidente, pero para muchos argentinos, fue una revancha simbólica tras la Guerra de las Malvinas.
Solo cuatro minutos después, Maradona demostraría su verdadera magia. Tomó el balón en su propio campo, y tras dejar atrás a medio equipo inglés, anotó lo que sería conocido como el «Gol del Siglo». Esa jugada, en la que recorrió 60 metros y dejó en el camino a seis jugadores, consolidó su lugar en la eternidad del fútbol.
Napoli: El rey de Nápoles
Maradona no solo fue un héroe en Argentina. En Italia, más específicamente en Nápoles, se convirtió en una figura casi divina. Cuando llegó al Napoli en 1984, el equipo era un club de segundo nivel en la Serie A. Sin embargo, con Maradona a la cabeza, el Napoli conquistó dos Scudettos (1987 y 1990), una hazaña que nadie esperaba. Los napolitanos todavía lo veneran como un dios, y su legado en la ciudad es eterno.
Lo que Maradona hizo por Nápoles fue más allá del fútbol. Para una ciudad históricamente marginada y subestimada, Diego representaba la esperanza, el poder de los que no tienen nada. Por eso, su nombre aún resuena en cada rincón de la ciudad, donde sus murales siguen intactos.
La dualidad de Maradona
Pero no todo fue gloria en la vida de Diego. Sus excesos, sus polémicas fuera del campo y su naturaleza rebelde lo acompañaron durante toda su carrera. Maradona era un hombre con luces y sombras, un genio incomprendido que luchaba tanto dentro como fuera de la cancha. Eso lo hacía humano, vulnerable, pero también inmortal a los ojos de sus seguidores.
Para muchos, Maradona no fue perfecto. Pero quizá fue precisamente su imperfección lo que lo hizo tan grande. Era capaz de lo más sublime y lo más polémico al mismo tiempo, y eso lo convirtió en un ícono que sigue siendo relevante años después de su muerte.
Un legado inmortal
Maradona dejó este mundo el 25 de noviembre de 2020, pero su legado sigue vivo. No solo en Argentina o Nápoles, sino en cada rincón donde se respire fútbol. Sus jugadas, su pasión y su personalidad rebelde lo convirtieron en algo más que un simple jugador de fútbol: fue una leyenda que, como los grandes mitos, nunca será olvidada.